El flamenco y yo
- Lizeth
- 10 avr. 2020
- 3 min de lecture

El espectáculo de flamenco del 13 de marzo fue el último evento al que asistí justo antes de que declaren la cuarentena en Francia. Me guardé el folleto de recuerdo, porque admiro esta danza española y porque en realidad no sé cuando volveré a pisar un teatro… la verdad es que nadie sabe cuántos días más durará la cuarentena.
De hecho éste también fue el último evento del teatro Maurice Novarina de la ciudad de Thonon-les-Bains que contó con la participación de la bailaora Ana Morales, una GENIA del flamenco. Los otros eventos fueron cancelados por el covid19.
¿Por qué les cuento eso?
Nunca fui realmente fan del flamenco porque me parecía muy tosco y las mujeres rudas, sin delicadeza. Hasta que el año pasado quedé ENCANTADÍSIMA (así es, en mayúscula) luego de haber asistido al espectáculo de la bailaora peruana Margarita Villalobos en Lima, el 30 de noviembre. Yo había vivido un 2019 complicado por el postparto, mi autoestima estaba por el suelo y yo deprimida.
Ver a mujeres bailando flamenco aquel 30 de noviembre en Lima fue como una revelación para mi. Cada zapateo era un despliegue de fuerza y energía, dos cosas que yo estaba pidiendo a gritos en mi interior en esa época. Así que me vino como anillo al dedo porque salí del teatro inspirada,motivada...potenciada. Eso es lo bonito que tiene el baile o el arte en general: sales de esa exposición, teatro o lo que sea sintiéndote diferente, mejor.
Obvio que no es que haya salido del teatro aquella noche siendo otra persona y completamente transformada. La depresión postparto que sufrimos muchas mujeres no desaparece de la noche a la mañana y lo peor es que es incomprendida incluso a veces por tus seres más cercanos. Pero uno tiene que probar diferentes cosas, cosas que sabes que te hacen bien o que te pueden gustar dependiendo de la personalidad de cada una. Y a veces dejarse llevar. Yo fui bien necia al inicio pues me encerré en la idea de que podía salir de esto yo sola, que nada me hacía falta. Ya ven, ni yo misma le daba importancia a lo que me estaba ocurriendo pero a veces es bueno y necesario dejarse llevar, escuchar. No quiero explayarme mucho en este tema porque quiero contarlo con más detalles en otra entrada.
El asunto es que esa noche de flamenco en Lima me marcó bastante en el sentido que abrió una puerta en mi hacia el descubrimiento de otras cosas y también de autodescubrimiento. Desde entonces aprecio mucho esta danza y le tengo una gran admiración a todas esas mujeres que la bailan.
El baile, en general, es un vehículo de autoconocimiento y fuente de energía. Yo lamentablemente no bailo flamenco, lo más lejos que he llegado con el baile es a dos clases de tango, clases de danzas típicas peruanas en el colegio y actualmente solo asisto a clases de zumba con un repertorio de instructores de primera categoría que encuentro en Youtube jeje pero qué importa porque estoy convencida de lo bien que me hace bailar y yo quiero estar bien por mi hija, por mi esposo y por supuesto por mi. También existe la flamencoterapia como herramienta de empoderamiento femenino y esto está increíble pero no tan desarrollado.
Así que solamente recordarles eso: que no dejen de moverse, de bailar eso que les gusta.
Hasta pronto.
Lizeth
PS: Gracias por haberme invitado aquel 30 de noviembre de 2019 hermanita.
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